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La apasionada y brillante campa?a de Clara Campoamor (Madrid,1888-Lausana, 1972) a favor del derecho de la mujer al voto, pese a la oposición de buena parte de la izquierda y también de su propiopartido, logró que el sufragio universal se implantara en Espa?a apartir de 1931. Pero esa victoria tuvo como precio el progresivoaislamiento de Clara Campoamor en la escena política espa?ola de laSegunda República. A partir de 1934, a?o el que abandona el partidoRadical y le deniegan la entrada en Izquierda Republicana, Campoamorse convierte en una republicana sin partido. El voto femenino y yo: mi pecado mortal (1935) es un ajustado relato de defensa de su actuación y de su lucha a favor de los derechos de la mujer, pero también de su soledad política, soledad que no la abandonaría ya nunca y que habría de continuar durante la guerra civil y su posterior exilio enArgentina y Suiza.Clara Campoamor (Madrid, 1888-Lausana, 1972) consiguió, contra laopinión de su propio partido y de la socialista Victoria Kent, que las Cortes Constituyentes de la Segunda República aprobaran el sufragiofemenino. La primavera de 1936 sorprendió a Clara en Madrid, dondeasistió a los prolegómenos de la Revolución y, ya en verano, alestallido de la guerra civil. Campoamor, temiendo por su vida, tuvoque huir de la zona republicana en el oto?o de 1936, y se instaló enSuiza. A finales de aquel a?o había redactado el cuerpo principal desu más conocido libro La revolución espa?ola vista por unarepublicana, que se publicó en francés, en 1937, y que puedeencontrarse también en el catálogo de Espuela de Plata, donde se hareeditado varias veces. Esta obra, originalísima, no se limita areflejar el terror vivido en Madrid durante los primeros meses de laguerra, sino que constituye un clarividente análisis de los orígenesde la guerra, así como de las previsibles dificultades que nacerían de la victoria de cualquiera de los contendientes.Clara Campoamor vivió en Suiza, en Argentina y alguna vez en París.Tras la victoria de los franquistas intentó en varias ocasionesafincarse de nuevo en Espa?a, sin éxito. Su condición de masona lahacía sospechosa a los ojos del Tribunal de Represión de la Masonería, así que finalmente tuvo que abandonar la esperanza de volver a verEspa?a y murió en el exilio, en Suiza, en 1972.