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La obra de Paz es vasta y versátil, pero al hablar sobre su producción literaria muy poco se dice sobre los cuentos que escribió en 1949 y que agrupó bajo el nombre "Arenas movedizas". Se trata de diez cuentos breves que muchos críticos han considerado "de estirpe fantástica" y que exponen temas como el absurdo, la imaginación y los sentimientos más profundos del ser humano. Gabriel Pacheco (México D.F., 1973) nos propone una ilustración de la obra de Octavio Paz, Arenas Movedizas en un formato grande, A4, con un fondo de tono obscuro con marcas/huellas abstractas de pinturas, por la mayoría degradadas. El fondo refleja un universo indefinido sin forma ni perspectiva. No hay marcas para situarse. Nos sentimos en un mundo que no es real. Su poesía visual nos permite llegar a este otro mundo. Los rostros de los personajes tampoco tienen mucha expresión, parecen muy inciertos. Sin embargo, sus vestidos, sus actitudes, sus posturas reflejan algo sombrío e inquietante. Encontramos este lado tenebroso en las pequeñas historias que nos cuenta Octavio Paz. Evocan la vida de unos personajes en sus momentos más críticos, de sus locuras, en sus pensamientos los más vanos o en sus momentos más difíciles. En Mi vida con la ola, una historia dentro de este libro, el narrador parece enamorado de una ola. De hecho, Octavio Paz personifica la ola como una mujer que aparece en los ojos del narrador como una especie de mujer y con quien es más cómodo vivir. Paralelamente, la ilustración de Gabriel Pacheco representa la personificación de la ola en una mujer. Vemos el enamorado que va hundiéndose en un mundo acuático y desaparece poco a poco el universo. El ilustrador utiliza formas animales para representar los personajes de las historietas de Octavio Paz, técnica igualmente utilizada por el autor. En esta obra, Octavio Paz nos interroga sobre nuestros propios comportamientos infructuosos, estériles y vanos que Gabriel Pacheco traduce en unos dibujos de un universo lúgubre con personajes melancólicos y aciagos.